DE VUELTA, MÁS RENOVADO Y CON GANAS DE AVANZAR
Después
de estar más de 3 meses ausente por mi nueva paternidad, vuelvo con más ganas
que nunca para ofrecer mi granito de arena a este agridulce mundo.
Parece
que todo sigue igual, pero si miro atrás puedo observar cómo he cambiado como
Ser-humano. Lo que antes era una verdad irrefutable, ahora queda como un eco
muy lejano, dando paso a un entramado lleno de misterio que va desvelándose
poco a poco con cada movimiento que doy. De ahí que no haya verdades absolutas.
El
mundo va cambiando, porque nosotros vamos cambiando desde el interior, y ya no tiene
sentido ese intento loco e inconsciente por modificar los hechos externos. Una y
otra vez la vida nos muestra, a través de la experiencia, que nos falta
silencio y mucha confianza.
Nos
sometemos a diario a un sinfín de sufrimiento ocasionado por nosotros mismos,
por nuestra mente y a través de la identificación con el pensamiento del ego.
Pero por mucho que nos empeñemos en luchar contra lo que somos, más daño nos
haremos y nuevas oportunidades de reconcilio nos presentará la vida.
Mi
experiencia familiar en estos meses está
siendo muy intensa. En este nuevo recibimiento de dos almas (mis mellizos
llorones a los que tanto quiero y no me dejan dormir :)) que vuelven a encarnar
para desafiar a la ilusión física establecida, está siendo de lo más productiva
a pesar de los conflictos internos tan profundo que han aflorado. Mis tres
hijos se están esforzando para que de una vez deje de proyectarme hacia el
futuro y me posicione en este nuevo regalo que me da la vida: Una y otra vez volver al hogar presente
para descubrirme y confiar.
A
veces siento que mi alma me grita: «¡Basta
YA, Manuel!» Porque viajo con subidas y bajadas constantes, y todo por
querer ser o aparentar algo diferente a lo que realmente soy como un ser único
y original, aunque conectado a todo como parte de una misma conciencia que se
experimenta así misma en este juego dual y sin memoria.
Este
apasionante mundo espiritual que voy descubriendo se me revela con más fuerza
que nunca. Lo primero, es reconocer que el ego juega a ser espiritual en la
mayoría de las ocasiones, y que es esencial el ejercicio de humildad y honestidad
para no caer en el orgullo. Sin ir más lejos, mi esposa me está enseñando una y
otra vez a romper estos moldes antiguos que atestiguan el descontrol de mi
mente: «Lolo, no finjas más, deja de
intentar ser» ¡Cuánta sabiduría hay en estas palabras! Como si Ser fuera un
algo a alcanzar, pero cuando el ego nos domina nos embarramos hasta las cejas
por tanta “chárara” mental y descontrolada.
Ahora,
fluyo un poco más, no sé hasta cuándo durará y siendo honestos: ¡Qué más da!.
Lo importante es que todo vuelve a mostrarse con más claridad, la que nos
ofrece la presencia a cada instante.
Gracias
a todos por estar ahí.
MANUEL.