EL EGO ESPIRITUAL NOS ENGAÑA
Es
curioso cómo el ego espiritual reaparece en mi vida sin darme cuenta de ello. En
ocasiones caigo en su trampa haciéndome creer que debo alcanzar un estado de
conciencia o iluminación para sentirme libre.
La
otra noche intentaba acunar a mis hijos para que se durmieran, y por mucho que
yo quería que lo hicieran no había manera. En ese momento se estaban disparando
todo tipo de emociones reprimidas por mí:
rechazo, enfado, impaciencia… La vocecita de mis pensamientos me decía: “utiliza
esta experiencia para expandir tu conciencia”. La situación acabó con los
peques dando más guerra que nunca y sin pegar ojo durante la noche.
Por
la mañana le preguntaba a mi Yo Superior: ¿Cómo puedo aceptar esta situación? Y
apareció como bloque de información: “Deja de controlar la situación, pues es
la que es, y durará lo que tenga que durar. Tu insistencia te está creando más
sufrimiento, pues pretendes huir de tu propia experiencia”.
Fue
increíble, pues aquella comprensión me dio mucha paz a pesar de la falta de
descanso. Por ello, hay que hacer el ejercicio de mantenerse actualizado en
cuanto a la observación de nuestros pensamientos y los roles que va tomando el
ego. La vida es tal cual es, y se pinte como se pinte, una vez que aparece como
experiencia está ahí para vivirla. Si nos gusta, la disfrutaremos con buen
agrado, y si no nos gusta, pues deberemos aprovechar esa oportunidad para tomar
más conciencia de las emociones que aparecen y nos bloquean.
La
voz del ego espiritual lleva reapareciendo a medida que voy despertando. A veces
me hacía sentir especial y sabio, y otras como un imparable buscador de la “verdad”
absoluta.
Lo
importante no está en no caer en sus garras, pues el ego forma parte de la
humanidad y todos llevamos esa semilla de individual por dentro, pero sí
podemos tomar más consciencia para seguir avanzando desde la unidad.